La genealogía ha sido definida como el estudio de los ascendientes y descendientes de una persona, y, de este modo, de los orígenes y relaciones que nos unen a los demás. Ha sido ampliamente utilizada en relaciones de hidalguía y en sucesiones para determinar los ascensos al poder de las clases dirigentes en diversas sociedades, pero el paso del tiempo ha extendido las fronteras de su análisis. Aunque ese rol y peso histórico que tuvo en tiempos anteriores, ya sea en las denominadas primeras civilizaciones, como sumerios y egipcios, luego romanos, y posteriormente un amplio espectro territorial de la Europa medieval, hizo que aún después del siglo XIX se mantenga la tradicional visión anquilosada de la genealogía como una disciplina auxiliar de las ciencias sociales, no como un estudio en sí mismo y ligado a un grupo acotado.
Quienes hemos participado de una investigación de este tipo, conocemos en carne propia los escollos que la disciplina auxiliar suele presentar. Sin embargo, más que auxiliar, creo que podemos hablar de una disciplina integral. En efecto, la comprensión de textos antiguos, donde la paleografía, el conocimiento de forma paralela del contexto histórico en que sucedieron, las apreciaciones socioculturales y antropológicas para tomar noción de los modos de vida pasados, son vitales para interpretar del modo más preciso y objetivo posible lo que el estudio de la historia familiar puede ofrecernos.
Para el caso chileno, y particularmente para comprender la constitución de nuestra sociedad, se torna relevante esta disciplina para conocer el amplio espectro de los procesos históricos que determinaron nuestra formación como grupo social, recogiendo la identidad y particularidad de cada caso acontecido en el territorio. Y aunque aún en las primeras décadas del XX tuviera una marcada impronta tradicionalista, generalmente asociada a un sector elitista de la sociedad, ello no resta valor al hecho de ser un reflejo de los intereses de nuestra sociedad en un momento particular y las implicancias en el ámbito privado. Ello ha evolucionado considerablemente en nuestros días en un inevitable proceso de modernización que ha sido favorecido por las nuevas herramientas técnicas, extendiendo las fronteras y los límites de lo que es posible buscar.
En efecto, la actual masificación de los recursos para obtener información genealógica ha permitido un proceso de democratización, tanto del contenido como de los usuarios interesados, siendo un factor determinante de esto el proceso de globalización gatillado por la Internet y la digitalización de documentos antiguos, donde cada día se hace latente una necesidad social común por el rescate del patrimonio local en pro de mantener resguardada una porción de nuestra identidad.
De este modo Genealog ha estado ligado fuertemente al proceso chileno de difundir la información que estaba en documentos de escasa difusión, propiciando la difusión del material familiar vinculado a la historia local de ciudades, instituciones y sucesos históricos de índole público y privado. A través de estos más de 10 años en línea, han sido ejes centrales de nuestro sitio la difusión, la conexión y resguardo de la genealogía chilena como un punto de encuentro para la sociedad, donde se puede recordar (y no olvidar), estudiar y compartir la memoria familiar personal y que ésta puede ser una experiencia comunitaria.
Genealog está actualmente en proceso de crecimiento para poder ofrecer más herramientas tecnológicas a sus usuarios, los que les facilitarán la búsqueda y experiencia de la investigación familiar. En un próximo editorial les contaremos de nuestros objetivos y de lo que vendrá. Momentáneamente hemos lanzado la primera etapa de la búsqueda de personas en nuestra base de datos, la cual pueden visitar en este enlace.
Francisco de Segovia
Editor Genealog